Si hay un lugar que nadie puede perderse en Villanúa es la Cueva de las Güixas, una gruta surgida en el Cuaternario (hace entre 25.000 y 30.000 años) habilitada en la actualidad para la visita recreativa y educativa, y también para la investigación científica.
En el neolítico se utilizó como refugio, cuyos vestigios de cerámicas, fragmentos de molino… nos cuentan una historia pasada de “hombres de las cavernas”.
Las leyendas de la zona nos cuentan que fueron lugar de reunión de brujas y sanadoras, dónde llevaban a cabo sus “Aquelarres” a la luz de la luna llena, la cual entraba por la zona de la Dolina o Chimenea.
Mucho más reciente es su ocupación durante la Guerra Civil española (s. XX) como refugio de soldados y calabozo de presos del régimen. Los prisioneros de los denominados “Batallones de Castigo” realizaban trabajos de construcción de los bunkers y pasadizos que conforman la línea P (línea defensiva de los Pirineos) en los pasos fronterizos. Si observas con atención las paredes, quizá encuentres restos de grabados relacionados con este momento.
En la actualidad sus únicos habitantes son los murciélagos a parte de otros animales “trogloditas”. Con una colonia de unos 500 murciélagos protegidos y ocho especies diferentes, se han convertido en estudio y se ha catalogado cómo Lugar de Interés Comunitario (LIC) dentro de la Red Natura 2000 europea